martes

de Adan y Eva




No ha habido tantas revoluciones que realmente cambiaran el mundo. Por lo tanto, tampoco tantos revolucionarios. Y, a la mayoría de ellos, la historia no los considera de tal modo. Dejando aparte la connotación más actual de revolución como cambio brusco en un sistema político (tema interesante por lo demás), ahora hablo de revolución como cambio acelerado en la humanidad.


Lutero cambió unos dueños por otros; Newton no consiguió llegar a ver los desarrollos que aquella manzana llevaría a la técnica; Adam Smith poco menos que racionalizó los sistemas económicos que caían por su propio peso…

En realidad, a mí me encanta la terna Copérnico/Kepler/Galileo (por cierto que Copérnico estudio derecho, matemáticas, filosofía y griego, y en su vida fue matemático, astrónomo, jurista, físico, clérigo católico, gobernador, administrador, militar, diplomático y economista. ¿Quién dijo ciencias o letras?). Esos les dieron duro a los curas de la Tierra como ombligo del universo. Concepción científica que abrió la primera brecha en el poder terrenal de los hijos de San Pablo.

Ahora se les llama científicos. Entonces, a Galileo se le llamo hereje.

También me mola Marx. De nuevo, el materialismo histórico comenzó a hurgar entre las bases del sistema todavía dominante. En doscientos años, las filosofías marxistas han conseguido confrontar un sistema económico perfeccionado durante más de cinco mil años en sus diferentes etapas.

Pero mi preferido es Darwin. Me imagino la cara de sus colegas, de la iglesia, incluso su madre renegando de él, cuando escribió aquello de que venimos del mono. A tomar por saco la costilla, la manzana y la hoja de parra.

Ahora se le llama científico. Entonces, se le llamó de todo, menos guapo.

Y todo esto viene a cuento de una historia que me han contado hoy.

Pueblo de Aragón. No pequeño precisamente. Una profesora de música recibe una notificación de la jefatura de su instituto. Le citan con una madre. Los motivos que dice la nota que aduce la madre para quedar con ella, de manera bastante textual, son los siguientes: “Quiere quedar con la profesora para que deje de decir que venimos del mono porque venimos de Adan y Eva, para que deje de decir mentiras y que se calle la boca”.

La fecha de esa notificación es, sorpresa, sorpresa, 15-12-2008.

Parece mentira. Hace dos siglos se persiguió a científicos por evolucionar las teorías que hoy permiten a las monjas conectarse a Internet, a los curas de África salvar vidas con vacunas, a los Papas vivir hasta los noventa años… Y aún se sigue haciéndolo.

Todavía quedan personas que se juegan una raja en las ruedas del coche, una crisis de nervios en su trabajo, el desprecio de sus alumnos, por enseñar teorías de hace ciento cincuenta años.
Propongo que salga una ley que diga que cada cual puede venir de donde quiera, y así todos estaremos tan contentos. Quien lo desee puede venir de Adan, de Eva, de la vecina bastarda del Paraíso izquierda, de una botella de Pepsi…

Yo lo tengo claro. Yo vengo del mono.

De uno bien feo además.

jueves

Encuentro de la asociación Guayente (Conjunciones)



Debe tratarse de una consecuencia de la especialización. O de una degeneración del ser humano. La cuestión es que resulta difícil encontrar en estos días una serie de conjunciones en las personas.
Raramente los escritores que merecen la pena alcanzan el reconocimiento. Y más raros son los casos en que esos escritores encima son divertidos de la leche. Ya no queda gente que pueda maravillarnos en dos campos tan cercanos como la pintura y la poesía. O no aparecen técnicos públicos con espíritu emprendedor o hay que buscar con lupa para encontrarnos una sonrisa detrás de la recepción de un hotel.
Pues tengo mucha suerte. El fin de semana pasado, en medio de una nevada de ensueño, satisfecho de chocolate, cochinillo y boletus, me encontré todo eso.
Aprendí.
Y me dije: leche, claro, poesía, ¿cómo no pude caer?
Gracias Lola, Marisa, Carlos, José, Patricia, Emilio y todos los demás…
No hay nieve que tape ya esa carretera.

PD: Incluso hice reír a una mujer hasta que casi se atragantó.
Fue anecdótico, claro, pero, como dicen en mi barrio: ¿Que no o qué?
En la foto, Carlos, al alimón con Jose (no sé si haciendo o deshaciendo, un muñeco de nieve). Al fondo el Hotel Plaza de Castejón de Sos (no os lo perdáis)

El punto y la i

Lennon y McCartney
Jagger y Richards
Rotten y Vicius
Epi y Blas
Pin y Pon

Ahora: Sipán y de los Santos
(o el punto y la i)

Oscar Sipán y Mario de los Santos ganan la tercera edición del premio de Guión de la Delegación del Gobierno en Aragón
ZARAGOZA, 26 Nov. (EUROPA PRESS) -

Dos jóvenes escritores aragoneses, Oscar Sipán y Mario de los Santos Aparicio, autores del guión 'Il mondo mio', han sido elegidos ganadores de la tercera edición del Premio de Guión para Cortometrajes de la Delegación del Gobierno de Aragón, galardón que patrocina la entidad financiera Multicaja.
El jurado de este premio ha decidido otorgarlo a estos dos jóvenes escritores por mayoría. Como finalistas, el Jurado ha distinguido a Arturo Artal Lázaro, por su guión 'Nacional 311', y a Francisco Rafael Agreda Martínez, también de Zaragoza, por su trabajo 'Camas'. En total, este año, se han presentado cuarenta guiones al certamen.
'Il mondo mio' es la historia de un joven sepulturero, solitario y feliz, que protagoniza un encuentro singular y poético con la última moradora de su cementerio, una joven sepultada viva y rescatada por su propio enterrador. El jurado ha valorado sobre todo la calidad literaria del guión, sus "tremendas posibilidades para llevarlo a la gran pantalla" y "su potencial poético y fuerza visual".
Oscar Sipán Sanz nació en Huesca hace 34 años y Mario de los Santos Aparicio, de 31 años de edad, es de Zaragoza. Ambos son los autores del guión ganador y tienen en común el ser jóvenes escritores.
Los dos tienen varias novelas publicadas y cuentan en su currículo con interesantes premios como el Santa Isabel de Portugal que recibió Sipán por su novela 'Pólvora mojada' o el Premio Fundación Zaragoza 2009 de novela corta que le fue otorgado a de Los Santos por su obra 'La brújula del universo'.

TERRORISMO Y LA VIOLENCIA DE GÉNERO Los dos finalistas destacan por la elección en el tema de sus respectivos guiones. Arturo Artal Lázaro, zaragozano de 30 años de edad, es el autor del guión 'Nacional 311', una comedia que subraya lo absurdo del terrorismo y su diferente rasero a la hora de juzgar barbaries propias o ajenas, que ha sido seleccionada hoy con el segundo premio del certamen. El tercer premio es para el guión 'Camas', del zaragozano Francisco Rafael Ágreda Martínez, una historia-alegato contra los malos tratos con toques de surrealismo e incluso ciencia ficción.
Ambos trabajos recibirán 1.000 euros como ayuda para convertir el guión en cortometraje. En el caso del ganador son un total de 7.000 euros los que recibirá con la finalidad de producir y realizar su proyecto.

martes

Descampado de lunes





Me gustan los descampados.
Los lunes, al salir de jugar al baloncesto, hay uno junto a la parada del 33.
Prefiero aquellos que tienen vallas en las que poder hacer un hueco para entrar.
Las sombras campas a sus anchas entre palieres, socavones, vallas y el maullido de un gato. En lugares como ese jugaba de crío, entonces había más que ahora, y encontraba trincheras donde aprender a morir, ríos que vadear con las botas colgando del cuello, circuitos para caerme de la bicicleta, botellas que romper con el tirachinas, amigos con los que imaginar que nos reíamos de los franceses después de ver “Curro Jiménez”.
Nunca supe qué tenían los descampados, tal vez el encanto de las cosas despatarradas, pero ayer, con la lluvia recién caída, me di cuenta.
Tierra.
Los descampados tienen tierra. Húmeda, fría, misteriosa, amiga.
Tierra.
Los chicos de ahora ya no se manchan. Juegan a la play, chatean, hablan por el movil. Ayer estuve observando un rato y no ví ninguno que se moviera de forma furtiva, con un palo como espada, con el estómago encogido porque sabe que su madre le echará una bronca si lo pilla jugando allí.
No sé si serán mejores personas, pero seguro que son más aburridos. Tener impide imaginar. E imaginar obliga a ser uno mismo, o lo mismo uno.
Cuando llegué a casa, mi pareja me preguntó si había jugado bien. Por fin he conseguido hacerle ver que jugar bien no significa hacer muchos puntos. Antes me preguntaba si había metido muchas canastas.
Le respondo que sí.
Miro el pantalón, todavía quedan manchas de barro.

miércoles

La virgen puta

Hace tiempo que una idea lleva rondándome la cabeza. Sobre todo con una de mis novelas, La brújula del universo, que ha tenido un mal nacimiento, ya se sabe, nacer a destiempo tiene sus consecuencias. La idea era meterla en un blog por capítulos.

Bueno, pues sigue siendo una buena idea, pero ya no es una idea original.

Me manda Óscar un reenvía Óscar un mail de Patxi Irurzun. Y él sí ha tenido valor de hacerlo.

Va a reeditar su primera novela con el título original, La Virgen Puta, pero lo va a hacer en un Blog.

Eso es maravilloso.

El blog será el siguiente: http://lavirgenputa.blogspot.com/.

Yo lo voy a seguir. Y recomiendo hacerlo. Bien porque te guste bien porque la idea lo merece.

Como presentación, os dejo un post de otro blog (http://hankover.blogspot.com/) donde él mismo explica todo este lío.





Una cuestión de supervivencia


Hace ahora once años que publiqué mi primer libro, con tapas duras, una parodia de novela negra, protagonizada por un detective punk. Apareció con el nombre de Cuestión de supervivencia, pero su verdadero título era La virgen puta. Nunca debí dejar que le cambiaran el nombre, nunca, y es un peso, como un muerto, que he arrastrado durante mucho tiempo, preguntándome si acaso mi suerte como escritor habría sido otra de haberme mantenido firme: tal vez algún meapilas se habría escandalizado, me habría hecho gratis la promoción, convertido en un maldito...


Sin embargo, no titulé ese libro de ese modo por ello, simplemente ese ERA su título, y si lo cambié solo fue porque era un pipiolo, porque se trataba de mi primer libro con una editorial de verdad, porque quizás nunca volvería a tener la oportunidad o porque –me decían- "si sale con ese título, en el Diario de Navarra (que es algo así como el Boletín Oficial de mi provincia) no van a decir ni mú"…


Hoy, que el Diario de Navarra y tantas otras cosas me la traen bien floja y aprovechando que en estos días Eclipsados también publicará el que en realidad debería haber sido mi primer libro, Ajuste de cuentos (una colección de relatos aparecidos en revistas y fanzines en los años 90), me apetece hacerle el boca a boca a este cadáver que, creo, está tan vivo, sacarlo de su tumba y dejarlo en brazos de todo aquel al que le apetezca hurgar en la basura.
Por ello, voy a publicar La virgen puta, con su título original, por capítulos (no son muchos, ni muy largos), en el blog
http://lavirgenputa.blogspot.com con portada e ilustraciones de mi amigo, mi hermano Juan Kalvellido, compañero de fatigas durante esta década prodigiosa en la que los dos hemos aprendido que el éxito no es salir en el Diario de Navarra sino aguantar, creer en uno mismo, seguir on the road, siempre adelante, y que se jodan los que escupen y tiran piedras desde las cunetas…

Por lo demás, los capítulos han sido revisados (sobre el original se hicieron algunos pequeños cambios de estilo que yo, que no tengo carácter, admití, sin comprender que de ese modo podían llegar a cargarse mi estilo, o mejor dicho, el del narrador, Felisín) y al final de todas las entregas colgaremos un PDF para que quien lo desee lo descargue. También daremos cuenta de cada nuevo capítulo aquí, en Hank Over.


En cuanto a la edición impresa de La virgen puta, la que lleva por título Cuestión de supervivencia, la editó Altaffaylla kultur taldea (se puede conseguir en
www.gureliburuak.com), a quien siempre estaré agradecido por su apoyo y por ser los primeros en confiar en mí. Sé que su recomendación para cambiar el título fue de buena fe, para protegerme y que en esta ciudad mojigata y cortapichas, con tantas piedras y cadáveres en las cunetas, nadie me inflara a hostias, nada más sacar la cabeza del agujero en el que algunos pretenden confinarnos.

Patxi Irurzun


martes

La batalla de Kruger





Tal como le pasó a la compañera Carmen, el blog llevaba parado un tiempo por una causa simple: quería crecer y yo no le dejaba.
El blog nació para hablar del libro, pero pide voz. Pide hablar de otras cosas. Y no me ha quedado más remedio que darle la independencia.

Eso o cerrarlo.


Y hoy le apetece hablar de una escena maravillosa.

Imagínense, el turista David Budzinski y sus colegas grabando su safari en el parque Kruger, en Sudáfrica. Un río, la sabana, sol, la cámara de video. El guía les señala un punto, enfoca, un grupo de leonas están al acecho de una manada de búfalos que transita por allí. Son unas cinco o seis, agazapadas.
David graba que te graba, los colegas haciendo fotos mientras comentan la jugada y el guía imagino que se enciende un pitillo y piensa que le quedan cuatro horas para regresar al hotel, o lee un libro o le mira el pecho con disimulo a la señora Budzinski.
De repente, el grupo de leonas se lanza al galope y consiguen pillar una cría de búfalo. Entre todas agarran a la cría, la intentan sacar del río donde ha caído porque se ve que no les gusta la carne mojada. Pero al instante, como quien pasa por allí, un cocodrilo/a observa el asunto. Decide que quiere su parte, suelta unos bocados a las leonas, que salen del río con un salto parecido al que daría la señora Budzinski si el guía le diese un pellizco en el trasero. La cocodrila/o agarra a la cría de las trancas traseras, pero las leonas tiran de la cabeza. La escena es impresionante, la cría se extiende como una goma. Finalmente las leonas, que son más, casi sacan al cocodrilo/a (en ningún momento se le ve el género al animal ) del agua y éste/a suelta la presa.
Las leonas se sientan a su alrededor dispuestas a zampársela. Casi se ve brillar la saliva entre los colmillos. La cría de búfala es proteína en estado puro.
Pero, entonces, de repente, las leonas se tragan la saliva, el guía tira el pitillo (o cierra el libro, o se olvida del escote de Ms. Budzinski) y la cámara comienza a echar humo. Un grupo de un centenar de bisontes/as se viene hacia las leonas sin ningún rastro del pacifismo que se les presume. Vienen cabrados/as.
Y mucho.
Se plantan delante de las leonas, qué, pasándolo bien con la niña, les dicen, pues mira, ya que estamos de fiesta, vamos a disfrutar todos.
Uno imagina que, después de tanto ajetreo, la pobre bufalita ya no está para que la salve nadie. Así lo dice una de las comentaristas: itstuleit, itstuleit. Pero oye el gesto está ahí.
Las leonas no suelta la prenda y los bufalos/as parecen dudar hasta que, uno de ellos agarra y de una cornada pone la primera leona en Badajoz. Por si las moscas todavía la encorre un rato. Ahí es nada, la leona dándose con los talones, con seiscientos kilos de cuernos y mala leche detrás, acordándose del lugar aquél, cómo se llamaba, ah, sí, España, donde a los parientes de estos saben cómo tratarlos.
Una vez espantada la primera leona, la búfala -esa tiene que ser búfala- aparece de nuevo en el cuadro; sin mediar palabra, agarra otra leona con la cornamenta y le hace un triple mortal en el aire. El resto de compañeros/as pierden el respeto y comienza la cacería, pero al revés. Los búfalos detrás de las leonas, en venganza por la cría.
A esas alturas a las leonas restantes no les llega la camisa al cuerpo. Siguen aferradas a la cría, pero más por la imposibilidad de escapar -delante cientos de búfalas con sangre de leona en los cuernos, detrás el río con el cocodrilo llorando, en espera de su venganza- que por hambre. Que ya les quedará poca.
Las búfalas se acercan, las leonas están sobre la cría, y en esas, para sorpresa de todo el personal, las leonas se levantan de la cría y ésta se levanta y vuelve con la manada. Las búfalas/os no se ensañan con las pobres leonas, que se les ve castañear las rodillas desde el jeep. Les miran, y como vuelva a pasar, os vamos a empitonar hasta la coronilla, así que venga aire de aquí y que no o volvamos a ver por esta sabana.
David Budzinski dice orgulloso: igaret, igaret. El guía vuelve a encender un pito, o abre el libro o vuelve al escote de Ms David Budzinski. Y las leonas se detienen a distancia para ver cómo mueve el proyecto de comida.
Me imagino la conversación entre ellas.
Esto no puede seguir así. La civilización leona no puede seguir aguantando esos ataques terroristas. Y mientras se reirán. Las mordeduras de cocodrilo son mortales de necesidad, infectan las heridas con unos gérmenes que tienen en la dentadura.
Lo leyeron en algún sitio.



lunes

Gallur

Experiencia de la buena.
Presentación de “Cuando…” en Gallur, pueblo de unos dos mil y pico habitantes, en la ribera alta del Ebro, zona de riesgo para los libros, créanme, viví tres años en uno de sus pueblos.
No voy solo, me acompañan el inseparable (vulgo Óscar Sipán) y Carmen Salas, mi madrina en este evento. Es gracias a ella, a que le ha encantado la novela, a que me ha buscado la presentación, por lo que apuramos el motor de mi vieja furgoneta para llegar a tiempo.
Me encanta hacer presentaciones en la ribera alta, allá las bibliotecarias, casi todas son mujeres -qué curioso que siempre son las mujeres las encargadas de velar por lo realmente importante para el ser humano- , son verdaderas resistentes, los últimos baluartes antes de que los videojuegos, el fútbol, la barra de bar, las drogas de síntesis, la música electrónica y las motos consigan la victoria total. Aguantan habitaciones llenas de libros, de sueños, de secretos al oído, de tabiques con muerto, sin apenas recursos, con ganas, imaginación y abandono total por parte de las instituciones.
Todo ha sido para la Expo, dicen. Este año aquí no llegó nada.
Antes fue para otras cosas.
Nunca hay para la cultura en los pueblos.
Una vez vino un autor, con eso de las conversaciones con el autor, dicen.
Me gustan estos sitios. Siempre me gustó que Paquirri muriera en Pozoblanco, donde había que morir, en lugar de Las Ventas. El espíritu de La Barraca antes que el de la Escuela de Estudiantes.
Había unas siete u ocho personas y consiguieron que en el auditorio no cupiera un alma.

martes

Buenos propósitos

Regresar del verano y buenas intenciones.
La primera: más deporte. Así que me he apuntado a un equipo de baloncesto. En doce años sólo he tocado cuatro veces una pelota, todas ellas en mayo pasado, con otro amigo que me permitió jugar junto a su equipo.
Ni me acordaré. Y aunque lo hiciese, nunca fui Michael Jordan… Me temo que el fin de los propósitos estupendos es una baja por lesión. Vais a ver la risa…
Este verano, además de haberlo disfrutado como un enano pequeñín, de esos que miran por el retrovisor de su padre como se hace pequeño el edificio de la escuela mientras hacen un corte de mangas, he recibido una gran noticia en el terreno literario: un premio. A una novela corta que escribí hace algún tiempo, para ser exactos mientras hacía la primera corrección de “Cuando tu rostro era niebla”, le han dado el VIII Concurso de narrativa joven “Ciudad de Monzón”. Se titula “Perro Mordedor” y ya había quedado finalista en otros concursos como el Casino de Lorca.
Aquí os dejo el link a la noticia:

http://www.radiohuesca.com/Hemeroteca/Noticia.aspx?codigo=432227

Además, hace poco, un amigo me envío un link a un blog que hablaban de “Cuando…”. La verdad es que, mientras que con el primer libro “Al final de la Cebada” entraba en Internet cada día a ver si alguien lo había reseñado (mal podía suceder tal cosa cuando nunca lo mandé a reseñar, pero yo no sabía como funcionaba esto), con éste todo ha cambiado.
Los segundos, diría mi madre, que se les presta menos atención.
Tal vez sea por eso, por ser tercero, o porque con este blog ya consideraba su presencia en la red como suficiente. El caso es que ni lo había mirado. Cuando mi amigo me mandó ese link hice una pequeña revisión. Sin tener resultados espectaculares (como veréis parece que no aprendo del primer al tercero), con la accesibilidad que hay en Europa al occidente, cualquier lector de base tiene un blog y te puede nombrar.
Quitando a todos aquellos que me habéis ido dejando comentarios (mi corazoncito está con vosotros), aquí están los resultados de San Google:

De la feria de Tauste. Esta es la gente que me lee y yo orgulloso.

http://www.tausteweb.net/modules.php?name=Forums&file=viewtopic&t=612&highlight=

De un club de lectura. Este es más formal.

https://www.caipuntojoven.com/magazine/magazin_detalle.asp?idNodo=14&idRango=10&idCategoriaxml=103&idelementoxml=4176

Red Aragón. Muchas gracias.

http://www.redaragon.com/cultura/librosydiscos/default.asp?accion=mo&pkid=20870


Un comentario en el blog de una amiga. Abajo del todo.

http://moyamila.blogspot.com/2008/04/cuando-tu-rostro-era-niebla-mario-de.html

Descalza. La entrada que me mandó mi amigo.

http://descalza-descalza.blogspot.com/2008/08/seduccion.html


Bueno, escarbando un poco… Sin firmas detrás, personal que arranca tiempo y esfuerzo para leerlo.
Como diría si el tiro libre hubiese entrado después de rebotar cinco veces en el aro: no es que esas también valgan, es que esas son las que valen.
Gracias a todos.

domingo

“Todos tenemos un momento en el que ha influido el azar”

O eso dije yo en una entrevista que me hicieron un poco antes de la presentación en el Diario del Altoaragón.
(Que por cierto, fue bien. Hubo bastante gente, aunque todos conocidos, que era lo que se esperaba. Luego fuimos a cenar unas tablitas.)
Mientras termino de revisar los textos que retiré del libro para ir colgándolos, os dejo la entrevista. Que, al final, únicamente es más de lo mismo, pero así gano algo de tiempo.
(Por cierto, ¿sabéis que a Tropo nos han dado el premio al libro mejor ilustrado de Aragón con el libro Leyendario. Criaturas de Agua? Que no me oiga Fernando hablar de la competencia).

Un saludo a todos/as.


Mario de los Santos publica “Cuando tu rostro era niebla”

El azar es el hilo argumental de la última novela de Mario de los Santos, “Cuando tu rostro era niebla”, una intrincada historia en la que Teodoro, un jugador de póquer, terminará por encontrase a sí mismo al descubrir que nada depende de él, “sino de que se den las combinaciones adecuadas o las erróneas”. Un relato alegórico con el que intenta demostrar que “todos tenemos un momento en el que ha influido el azar”, haciendo suyo ese refrán que dice “que el hombre propone, y Dios dispone”

.HUESCA.- El zaragozano Mario de los Santos ha elegido Zaragoza y Polonia, “dos lugares a los que les debía un viaje”, como escenario de “Cuando tu rostro era niebla”, una novela que no califica como “negra”, sino como una “historia de personajes en la que intento mostrar cómo influye el azar en la vida de las personas”. Teodoro Tejedor, un jugador profesional de póquer, es el protagonista de este relato en el que “el azar es una guía que le va abriendo el camino hacia sí mismo. Él cree que controla todo, que es un gran jugador, que maneja su vida personal. Sin embargo, al final nada depende de él, sino de que se den las combinaciones adecuadas o las erróneas”. Una historia que sitúa “en el mundo del póquer porque es muy alegórico, y además muy visual, por lo que permite crear un gran impacto. Al final, de lo que se habla es de un pinchazo que te hace llegar tarde a una cita importante o de esa excursión que has preparado y te llueve, lo que es ese maravilloso refrán de ‘el hombre propone, y Dios dispone’”. Pese a ello, De los Santos considera que lo azaroso de la vida no implica “que el destino esté escrito, cada uno se lo va construyendo, pero, obviamente, no siempre lo puede hacer como quiere, sino como puede, o como las circunstancias le dejan”. Mario de los Santos apuesta para narrar esta historia por un ritmo casi cinematográfico, “muy dinámico, porque me interesa mucho que la gente pueda visualizar rápidamente las escenas que propongo y, además, me parece que no es negar profundidad a la escritura hacerla más plástica”. De los Santos queda además reflejado en el que define como “un relato alegórico, ya que todos tenemos un momento en el que ha influido el azar”. Así, recuerda como tras terminar sus estudios de Química, el azar le llevó a la ciudad polaca de Postman para realizar una beca de investigación, “con tan mala, o tan buena suerte, que me echaron del laboratorio en el que trabajaba. Me empecé a juntar con gente del teatro, que fue un poco por lo que empecé a escribir”. Por ello, ha querido rendir homenaje a esta ciudad, “con la que tenía una deuda pendiente en cuanto a mi escritura”, colocando allí ciertos pasajes de la novela. También su Zaragoza natal es escenario de esta historia, “ciudades en las que estamos y donde también ocurren cosas interesantes”.

Vanessa GODIA
10 de mayo de 2008.

jueves

Presentación

Presentar un libro siempre es un acto desconcertante. En principio se trata simplemente de sacarlo a la luz, de darle vida, de hacerlo existir. Una celebración de su entrada en las estanterías (tanto de la librería como de algunas casas).
Sin embargo, las presentaciones literarias, tal como están diseñadas tradicionalmente no dejan de tener una mezcla de masoquismo y ego. Si lo pensamos, son actos donde se invita a alguien para que hable bien de un libro delante de su autor. Y todo esto, mayoritariamente, ante los amigos y conocidos del propio autor. Es como decir, mirad qué majo que soy, qué cosita he escrito, y no lo digo yo, que lo dice éste.
Desconozco qué cruza por la cabeza del resto de escritores cuando están allí, frente a la gente, con alguien ponderando su obra. Yo, como casi siempre (ya me vais conociendo), siento miedo. Yo me pregunto primero, ¿será verdad lo que dice este fulano?, y segundo, ¿quién va a pagar las copas de luego?
Como la respuesta a la segunda pregunta siempre es que las paga uno mismo, al final he decidido que paso de la respuesta a la primera pregunta, que antes de poner a hablar del libro delante de mí a alguien que pueda decir su opinión sincera, prefiero poner a alguien a quien me guste pagarle las copas.

Así que os invito a todos/as a la presentación del libro “Cuando tu rostro era niebla”, el viernes 16 a las 19,30 horas en la FNAC de Zaragoza.

A la guitarra estará probablemente Victoria Pico, de la editorial Onagro (a no ser que Fernando se decida a subir); el menda, Mario, estará de plantón delante del micro, y el artista invitado será Óscar Sipán (y yo encantado de pagarle las copas…).

A las voces todos/as los que vengáis.

martes

Saldando deudas III: el 23 de abril



Todo el mundo dice que este 23 de abril en Zaragoza ha sido estupendo, que hizo buen tiempo, que se vendió mucho… Un exitazo, vamos.Y yo lo corroboro. Aunque por motivos algo diferentes. Mi historia comienza igual. Vendiendo mucho. Salimos a la calle con el bicho y ninguna otra promoción, y nos volvimos sólo con 11 ejemplares. Los supervivientes. El resto de la sección cayó en combate. Pero lo bonito no fue la venta (y digo esto sin que sirva de precedente). Lo bonito fue la gran cantidad de gente que cuando vio mi nuevo libro lo quiso comprar porque le había encantado el anterior. Una sorpresa enternecedora.Del primer libro se vendieron más de un millar de libros. Pero no te das cuenta de lo que eso significa, los libros desaparecen del almacén e intuyes que es bueno, pero no sabes dónde van a parar. Es como si alguien los tirara poco a poco al río. Los libros ya no están y quieres creer que siguen vivos, pero son como hijos que van a la guerra: un buen día todo termina y nunca regresan.En esta ocasión regresaron.

Ha sido maravilloso descubrir hasta que punto Al final de la Cebada gustó a la gente, como se acordaban de él, como esperaban el siguiente y cómo se emocionaron al encontrarlo. La gente alrededor de ellos, cuando hablaban de la Cebada, compraban ese, en lugar de comprar la novedad. Nunca lo hubiera imaginado.

Muchas gracias a todos/as que me habéis tenido la paciencia. Prometo no tardar tanto nunca. Y a los que habéis confiado en mí por primera vez, espero no defraudaros.Os quiero a todos. Ahora ya sabré que responderme cuando me pregunte, las noches de frío en los huesos, cuando las frases se atascan en el barro, cuando las páginas escupen a la cara, porqué demonios escribo.
Escribo porque estáis ahí.


(La habitación es el zulo donde estuve un mes encerrado en Estocolomo terminando el libro)

jueves

Saldando deudas II: El abrazo


Una de los errores de novato que cometí con la primera novela (Al final de la Cebada) fue dedicarle poco tiempo a la reescritura. Tal como la escribí, tuve la suerte de que Fernando la leyó y creyó en ella. Me pudo la sangre caliente, el poder de sacrificar unos árboles para ver mi historia en papel, encuadernada y en el escaparate de una librería. Así fue y fue muy bueno. Pero si algo se aprende de Fernando es a hacer la cosas bien. A cuidar los textos hasta que crezcan, a podarlos, a dejarlos vestidos, limpios y desayunados para que vayan a la escuela.
Subsané este error en el libro de cuentos (El rastro de la ternura) donde busqué una persona que me ayudó a que el estilo quedase mucho más limpio. Cuando terminé este libro (que ya ha tenido tres o cuatro títulos) me dije que era momento de dar un paso adelante.
Seguí el consejo de un amigo escritor que tiene una pequeña comisión de lectura y evaluación de sus obras y creé la mía propia. Aún sabiendo que, más que un honor, iba a ser un marrón estar incluido en ella, elegí amigos y no amigos, profesionales y aficionados, gente que me quería y gente que me quería menos. Hice las copias necesarias y todos les di una, con la orden de machacarla todo lo posible.
Y a fe que lo hicieron. Todos llevamos dentro un niño que se divierte rompiendo botellas a pedradas. Romper siempre es el primer paso para avanzar. Y si encima, hay alguien que se pone delante, pues duro con él.
Nunca sabrán como se lo agradezco.

No hay palabras para agradecer a Amadeo que, con el primer borrador en la mano, me dijese que no había podido pasar de la página 50, de lo coñazo que era; ni la educación de Fernando y Victoria para contarme que las descripciones eran tan pesadas como un mulo en brazos; ni la revisión exhaustiva de Olga buscando acentos y faltas ortográficas; ni los carraspeos, antes de preguntar si queríamos otra cerveza, de mis amigos (Diego, Sergio, Nacho, Alberto, Susana) cuando quería saber sus opiniones; ni los interrogantes que mis padres me planteaban. Incluso mi pareja, la colocó sobre la mesa y me dijo: Mario, ¿no crees que hay cosas que rechinan?
El comité de lectura fue inclemente y efectivo. Y gracias a todos ellos, a sus críticas, a que nunca entendieron el cariño como una palmada en la espalda, empleé otro año y medio en arreglarla. Sus comentarios me hicieron cambiar la trama, quitar casi 200 páginas (así y todo, se queda en unas trescientas y pico), reajustar escenas y cambiar el final.
Chicos/as, yo la narré, pero vosotros la escribisteis.
El penúltimo paso fue cuestión de suerte. Y es que la suerte no creo que ronde en los cupones ni los euromillones sino, más bien, en coincidir con toda esa gente que todavía no conoces y no puedes morirte sin descubrir. Mi suerte se llamó Lara Moreno y fue la profesional que encontré (o me encontró, o nos encontramos) cuando quise que le echará una revisión un corrector de estilo. Yo no conocía a ninguno pero apareció Óscar Sipán para recomendarme a una chica que había conocido en Cádiz, que trabajaba en Alfaguara, o Mondadori, o Planeta o no sé qué pepino de editorial. Me pasó su teléfono, hablé con ella, o le mandé un mail, no recuerdo.
El estallido fue maravilloso. Me devolvió la novela revisada de arriba abajo, me hizo cambiar el final, el título (por enésima vez), cambiar otra vez la trama… Lo hizo por algo maravilloso, por cariño. No hacia mí, sino hacia Óscar. Eso es una de las cosas más bonitas que hay, hacer algo por alguien, no por lo que ese alguien vale, sino por lo que vale la persona que lo recomienda. Y que no haya dinero por medio.
Muchas gracias Lara. Ya sabes que me tienes a tus pies. Yo la narré, ellos la escribieron, tú la arreglaste.
Finalmente, no quise cerrar la corrección sin que Óscar Sipán la hubiera mirado. El más fino estilista de los cuentos que hay en Aragón no podía quedar fuera. Óscar me ayudó con las imágenes, la musicalidad de los párrafos, los tiempos narrativos. La terminó de maquillar para que cada sílaba estuviese donde tenía que estar. Óscar trabaja los textos, los suyos y los ajenos, con un amor infinito. Los escribe, los lee en voz alta, lo cambia, lo vuelve a leer… Óscar no escribe las palabras, hace el amor con ellas.
Óscar, si yo lo narré, ellos lo escribieron y Lara lo arregló: tú lo vestiste para la boda. Muchas gracias, tío.

Los libros suelen llevar un autor en el lomo, debajo del título. Después de revisar este escrito, ya no tengo tan claro que deba ser yo.
Muchas gracias a todos por concederme ese honor.

El de ser el autor, y el de que estéis todos vosotros detrás de mí.

Saldando deudas I: Los informadores








Cuando me planteé escribir un libro ambientado en algo tan particular como las partidas clandestinas de cartas, comenzó la parte más bonita de todas. Los que me conocéis sabéis que me gustan estos barros.

Para darle credibilidad al asunto no era suficiente con ver unas películas y leer unos cuantos libros. Y si era suficiente, yo no quería hacerlo así. Quería verlo y escucharlo en directo.

Así me enteré de que, al contrario de lo que parece, el juego típico que vemos en las películas, el póker de cinco cerrado (donde todos tienen cinco cartas ocultas) es poco más que un entretenimiento de adolescentes. Las partidas emocionantes, también las que se juegan en las series finales de los campeonatos del mundo, incluso las deportivas que ponen en la Eurosport, se juegan en una variante llamada “Hold´em Texas”. En el libro yo la traduzco como Agárralo Texas, pero no me queda claro que sea la mejor traducción, no tanto lingüísticamente (Miguel podría haberme echado una mano) sino por tradición.

Esta variedad es una variedad abierta, es decir donde parte de las cartas son comunes a todos los jugadores y se colocan boca arriba sobre la mesa. En particular, cada jugador sólo tiene dos cartas y tiene que jugar con otras cinco cartas que se colocan sucesivamente, boca arriba, en cada ronda de apuestas. En esta variedad, los jugadores deben ser máquinas estadísticas porque, también al contrario de lo muestran las películas, la intuición no es lo importante, lo importante es el cálculo de las oportunidades que tienes, o no tienes, de hacer una determinada jugada.

Otra de las emociones añadidas de esta variedad es la forma de apostar. En las partidas potentes, el método de apuestas es el doblaje, es decir para ver la apuesta anterior tienes que poner el doble de su valor. Eso quiere decir que si quiero ver 20, tengo que poner 40 y luego subir lo que desee. Pero el jugador posterior a mí deberá doblar lo que yo pongo y luego subir lo que desee. Es fácil comprender que en un par de rondas puede haber sobre la mesa bastante dinero, y más contando que, en algunas mesas, la ciega o apuesta inicial puede variar desde cien a quinientos euros.

En este aprendizaje conté con varios maestros expertos. El primero fue una persona muy cercana a mí en aquellos momentos que había jugado como semiprofesional. Me contó algunas cosas pero yo le veía incómodo rememorando aquellos tiempos y no le insistí nunca demasiado. El pasado de cada cual es suyo. A él le debo las primeras informaciones de cómo, en Zaragoza, había muchas partidas donde cierta gente jugaba con el dinero de otros a cambio de un porcentaje en las ganancias al final del circuito. A esta persona la llamaré A y, además de amigo, es un verdadero genio.

Muchas gracias A.

Pero cuanto más sabes, más quieres y no quería quemar a un amigo, así que busqué otras personas que pudieran contarme más. Buscando encontré a B y C. Ambos habían sido jugadores profesionales, pero con distinta suerte. B había hecho dinero y ahora trabaja como analista de riesgos en un banco. Pero C tuvo menos suerte y cuando el inversor le abandonó, comenzó a jugar con su dinero hasta que perdió éste, luego perdió a su familia y, finalmente, se perdió él. Ahora está recuperado, tiene una pareja nueva y un trabajo normal. Pero vio el infierno muy de cerca.

B y C no se conocen entre ellos, ambos me pidieron mucha discreción, y les he dado tanta que ni con mi pareja he hablado nunca de esto. Este homenaje es consentido. En el libro he reflejado muchas anécdotas que me contaron y, cuando leyeron el manuscrito, me felicitaron. Están muy orgullosos.

B y C, ambos, yo sí que estoy orgulloso de haberos conocido.

Muchas gracias.


(Imagen: http://www.chw.net/Articulos/Estilo/Poker-Online-200608221591.html)

martes

Boca a boca: el camino de la cultura (I)


A veces me da por pesar. Cada vez menos, lo reconozco, me estoy volviendo un vago. Estamos cerrando presentaciones, muchas presentaciones, para que la gente conozca el libro y se animen a comprarlo, prestarlo, sacarlo de la biblioteca, robarlo (ojala), llevarlo de contrabando o utilizarlo para calzar la mesa del ordenador que se mueve. Tengo la lista de lugares delante y pienso en los mecanismos que hay que emplear para dar a conocer el bicho.
Uno de los desánimos más grandes del escritor que comienza viene precisamente ahora, cuando se da cuenta de la inmensidad de una librería y de lo delgada que es su obra. Dicen que se publica un libro cada tres minutos, no recuerdo si en España o en el mundo, pero tanto monta que monta la nata.
Eso impresiona. Lo piensas y te dices que la cosa está mal.
Y es que analicemos un poco qué debe hacer un libro para ser conocido.
Los medios de publicidad mayoritarios, mejor ni pensarlo. Debido a los costes productivos, la estrechez del mercado y el poco margen de beneficio, tan sólo editoriales como Planeta pueden permitirse anunciar sus libros por la televisión. Y eso muy de vez en cuando.
En la radio es otro tema. Ahí se pueden ver anuncios, pero cuando compruebas los precios de una cuña, ves porqué únicamente las editoriales pertenecientes a los grupos informativos son las únicas que sacan anuncios en las radios de esos mismos grupos. Para una editorial pequeña o mediana, impensable también una cuña en la radio.
Me dicen que están las nuevas tecnologías, y la imaginación para usarlas, que en ese campo puede competir cualquiera. Bueno, vale, con ánimo montamos este blog y avisamos a todos los amigos. No me puedo quejar. La verdad es que es una herramienta bien útil para establecer una relación con los lectores. Yo cuelgo un texto, los lectores lo comentan… Bien, funciona. Está perfecto. Pero no nos engañemos, llegar a un blog que no estás buscando (y de eso se trata la publicidad, de que tu información llegue a alguien que no la busca; llegar a los que te buscan, pues tiene menos mérito) es tan difícil como encontrar el amor de tu vida chocando con ella y tirándole los apuntes. Que sí que pasa, que no digo que no, que también veo películas, pero no me diréis que es lo normal. Así que, en realidad, al blog terminan entrando principalmente los amigos y los lectores que han visto la dirección en el libro ya comprado (hay que ser justo, aquí también hay gente que he conocido a través de este blog. Sois maravillosos, pero no mayoritarios. Quedaros con lo primero, vale más).
Podemos hacer carteles y colgarlos, me propone un amigo. Me echo las manos a la cabeza, por favor qué herejía… ¿Carteles? Sí, bueno –duda-, son baratos y se ven… Pero, por favor, que esto es un libro. ¿Qué quieres que crea la gente? ¿Que quiero vender?
Porque esa es otra, cuando se publica un libro, lo peor que te puede pasar es que quieras vender. No puedes ir a una entrevista y decir, jo, cómo me molaría vender un huevo de libros. Todo el mundo te mira con una cara que parece que has matado a tu madre. Un escritor jamás debe querer vender. Los escritores deben aspirar a pasárselo bien, a encontrarse con ellos mismos, a compartir su arte con el mundo, a descubrir las hondas reflexiones de la humanidad humana… Pero nunca a vender. Vender prohibido. Primera regla, no ser comercial.
Pero no nos perdamos, si no valen los carteles, menos valen los objetos de promoción como llaveros o camisetas. Tanto unos como otros están bien para los discos, los conciertos, pero nunca para la seriedad de la literatura. Eso que conozco alguno que lo ha hecho y le tengo el mayor respeto del mundo, precisamente por hacerlo. Por ponerse el mundo por montera y hala, a ganarse al pan.
Como vemos, las puertas se cierran. Y es que lo libros no pueden publicitarse como si fueran salchichas. Porque los libros son arte, son cultura (tienen el 4% de IVA). Son los libros y no la paga de fin de mes lo que hace avanzar el mundo. Los libros deben seguir sus propios caminos. Entre estos caminos, el mejor, es el conocido “Boca a boca”. Eso mola, mucho, un huevo, que tu libro se venda boca a boca, sin promoción.

miércoles

Recién salido del horno









He subido las cuatro plantas de la casa de Fernando con cierta fluidez. A los editores no les da para tener ascensor. Tengo sobrealiento, no le doy tiempo a ofrecerme una cerveza (las cervezas de casa de Fernando siempre son las mejores, son como el Isostar). Lo abro, huele ocre, a tinta, a papel, a miedo. El olor me es familiar. Huele a niño que le han bajado los pantalones en medio del recreo. Con el tiempo te das cuenta de que lo malo no fue que se rieran de ti los estúpidos que te tiraban pelotillas de papel empleando el bolígrafo Bic como canuto, ni que también se riera esa chica que no dejaba que la acompañases a casa. Lo peor, lo que nunca te perdonaste, es que no te diste cuenta que aquella otra chica, la que saltaba a la comba, la de gafas y coleta, esa, esa no se reía.

Así que cuando se escapa el aire y dan vértigo las 364 páginas en que se ha quedado el bicho, cuando piensas que buena la has hecho, que ahora qué, recuerdo a un amigo irlandés que conocí hace tiempo. Estábamos en un país extraño, lejos de cualquier lugar que se pudiese llamar refugio, el dinero comenzaba a escasear. Me invitó a una cerveza y cuando comencé mi letanía de penas, me paró con un dedo y me explicó que la cerveza Guinness tiene más de doscientos nutrientes. Sus últimas palabras se me quedaron grabadas: Nobody told you the life would be easy, so stop crying, go out there and play hard.

Hace poco, Lara Moreno (¿No os presentado a Lara? Creo que debo una entrada con ciertos agradecimientos), en un bar de Colón, mientras los afiliados del Partido Popular se reunían debajo de la bandera nacional de pico metros cuadrados, me dijo algo parecido, pero esta vez en castellano de Huelva. Está bien que te recuerden de vez en cuando que la pelea continua.

Miro a Fernando. ¿Contento?, pregunta. Asiento. Me conoce. ¿Te preguntas cómo nos va a ir, verdad? Asiento. Señala el sótano. Allí abajo hay una edición entera en cajas. Trago saliva. Y sería la primera vez que siguiese allí dos años más tarde. Sonrío. Le abrazo. Me gustan los albañiles. Queda mucho trabajo por hacer.

jueves

Contraportada



Me dice un amigo: eh, desamparado, ¿pero de qué va el libro? Que muy bonitas todas estas frases y que te pongan comentarios pero podías hablar un poco del animal, ¿no?

Y me doy cuenta de que es verdad, que hemos entrado a saco y nadie sabe cuál es el argumento. Así, que volvemos al objeto de todo esto y, como estoy vago y no me apetece escribir más, os paso la contraportada del libro.

A ver qué os sugiere. De paso os dejo la portada de nuevo…










“Cuando Teodoro Tejedor, un jugador profesional que el destino se empeña en esquivar, recibe el encargo de jugar una última partida de póquer, comienza una búsqueda que termina siendo la propia historia del ser humano explorando su alma. En su afán por recuperar las viejas habilidades con la baraja, los compañeros de juego, los amores perdidos, los amores recuperados y las hijas que quieren aprender a vivir se conjuran en un laberinto de espejos donde nada es lo que parece.

A través de las mesas de juego, el jugador se ve obligado a tomar nuevas identidades que se enredan hasta difuminar los límites de la realidad. Pero en su mundo Teodoro sabe que el respeto en el póquer se gana y se pierde en una baza, que el lenguaje de los naipes no entiende de edad, color, sexo o religión, que la siguiente apuesta puede terminar de empujarte al precipicio o cambiarte la vida. Porque, como dice el autor a lo largo de la historia únicamente hay dos cosas que desde siempre han hecho perder la cabeza a las personas: el sexo y el azar. Y el azar es un caballo salvaje.

Cuando tu rostro era niebla es una historia narrada de modo casi cinematográfico, al ritmo hipnótico de la sangre. Ambientada en Zaragoza y Polonia, la acción transcurre entre las bambalinas de una ciudad suicida, llevada por personajes que se graban en la retina. Con el olor del aire antes de la tormenta, el protagonista arrastra al lector a una travesía sin rumbo entre la bruma, enterrándose ambos en las preguntas a las que nunca hicieron frente.”


Pues eso, tío, a ver si te he aclarado algo.


domingo

El fuera de la ley




(Éste es Fernando)


Uno no sabe si la pasión que hay en un pequeño sector de la sociedad por el póquer es inversamente proporcional al número de lectores interesados por las novelas sobre jugadores de póquer. A mí personalmente las historias acerca de esos profesionales parapetados tras una panoplia de naipes, con la mirada impertérrita, me han fascinado siempre. Ya, desde las películas del Viejo Oeste en las que me quedaba embelesado contemplando al tipo aquél, hábil en su oficio, a veces acusado de tahúr, vaciando el bolsillo de los compañeros de mesa, le viene a uno la admiración, pero no implicación por los adictos a los juegos prohibidos. Cuando de niño iba al cine miraba la pantalla añorando secretamente ser ese profesional, que sin perder empaque, mostrando una sonrisa condescendiente, cogía los fajos de billetes de la mesa y se los guardaba. A continuación, sin borrar la sonrisa de su cara pedía un cigarro a la cigarrera y lo encendía sin perder su apostura de ganador.

En mi fase de adolescente realicé mis primeros trabajos, acarreando garrafones de vino del lagar a las tabernas del pueblo, en las cuales aprovechaba para espiar a los jugadores clandestinos. Si me mandaba el tabernero a organizar las cajas de la bebida en la parte de atrás, me arrimaba sigiloso a la puerta a fisgonear por la rendija. Tenía curiosidad morbosa por reconocer las caras de aquellos hombres que se jugaban el dinero a escondidas. Con cierta desazón comprobaba que alguno de aquellos rostros graves pertenecía al padre de algún amigo mío. Eran trabajadores del campo que se reunían los sábados por la noche a jugarse la semanada. En ellos, esta actividad se hallaba rodeada por el drama, ya que no era difícil imaginarse a sus mujeres con el chiquillo en brazos, esperando en un sin vivir a que el marido le llevase el salario. Estos eran el grupo de jugadores a los que el público tildaba de viciosos, de espíritu corrompido, que solo traían la ruina a sus familias. Por el contrario estaban los jugadores de estrato social alto. Y si a los primeros se les veía tarambanas e irresponsables, a estos se les envolvía en una aureola de misterio. El estilo de vida de dichos especimenes era sin duda sugerente, lleno de interés y a quienes mucha gente envidiaba. Se trataba de señoritos apasionados por el juego que realizaban sus timbas en una discreta sala del casino. Uno, que contaba con la connivencia y complicidad del joven camarero, simulando ser su ayudante, me permitía que entrase en la sala a retirar las bandejas con las tazas de café vacías, circunstancia que aprovechaba para observar a aquellos tipos, tan concentrados en la jugada, que no reparaban en mi silenciosa intromisión. Eran timbas donde sin duda se segregaba mucha adrenalina debido a que se jugaban verdaderas fortunas, incluidos campos, cortijos y ganaderías.

Los jornaleros que se levantaban a las seis de la mañana para las labores se cruzaban con el jugador noctámbulo, enfundado en su costoso abrigo, manteniendo el cuerpo erguido con su orgullo de casta, pero sin poder ocultar los estragos de la noche en el rostro. No era fácil adivinar si en su semblante anidaba el remordimiento y la pesadumbre por las pérdidas o en cambio lo que reflejaba su expresión era indiferencia. Pero la mente del trabajador, trajinando ya antes del alba, había concebido su propia respuesta: en los días venideros trabajaría en la misma finca pero con distinto dueño. ¿Duraría mucho la finca en las nuevas manos? Hasta ahí no era capaz de penetrar la perspicacia del jornalero.

Si a ese jugador al que le habían venido mal dadas, alguien de su entorno social le hubiera afeado su funesta afición, él seguramente le hubiera respondido con arrogancia: “¡A mí que me cuentas, yo hago con mis bienes lo que me plazca! El fondo de fanfarronería, de vanidad, e incluso de cierta indolencia existencial, que emergía de estos jugadores era palpable. Para ellos sentarse ante la mesa de juego, poner el mazo de billetes y apostarlos, se podría decir que era un acto de suprema libertad: “¡Ahí va eso. A mi no me rechista ni el Papa!” –decía altivo, como cuando daba órdenes a los obreros.

Si es difícil para un jovenzuelo captar la psicología de un jugador, más dificultoso es tratar de entender porqué aquellos hombres habían optado por la doble vida: vivir clara y ordenadamente durante el día y entregarse a su fascinante obsesión por las noches. Actitud a la que se puede acomodar esa filosófica frase tan determinante: “Juego, luego existo”.

Uno, que nunca ha tenido vocación de jugador, ni conoce apenas juegos de cartas, ni muchos menos tiene noción de estrategias, ha incubado una especie de admiración por los audaces que hacen funambulismo sobre la delgada cuerda, en la que a un lado está la fortuna y en el otro el descalabro. He buscado la vida y milagros de estos intrépidos del póquer en las páginas de los libros y no he encontrado demasiado. Por eso, cuando Mario puso en mis manos el original de su novela “Cuando tu rostro era niebla”, y tras sumergirme en su lectura, me llevé la agradable sorpresa de que allí estaban los personajes que andaba buscando. Peripecias rocambolescas, tipos oscuros atrapados en situaciones de misterio, historias palpitantes de amor y aventuras, a la vez que un par de ojos te están mirando a hurtadillas, mientras su mano sostiene un ramillete… de cartas. Una cadena de sucesos, que te transportan a un mundo donde todo cuanto ocurre te mantiene en vilo y con las orejas tiesas como los podencos. Porque como ya digo la vida de estos aventureros del juego es una apuesta por vivir sobre el foso de las serpientes sin pestañear, propio de una personalidad insobornable y de un feroz individualismo, tal y como el personaje que interpreta Mel Gibson en Maverick, película en la que no lo dijo, pero lo podía haber dicho, mientras arrimaba su montoncito de fichas:

-¡Ahí va mi apuesta! ¿Hay alguien que me lo pueda reprochar?


Fernando Jiménez Ocaña


Un mes

Un mes son treinta días, o treinta y uno si lleva mi cumpleaños, o veintinueve si ha perdido un día a las cartas, o veintiocho si regala otro cada cuatro años. Un mes tarda la luna en sonreír de nuevo; un mes corto es lo que se aplaza en descubrir un embarazo puntual. En un mes se suele hacer el camino de Santiago del tirón. Un mes son las vacaciones de cada año, dos semanas elegidas por uno y dos por la empresa; un mes es lo que demoran en ser devueltas las cartas que uno mismo se envía.
Un mes representa la esperanza de vida del 23% de los bebés que nacen en los campos de refugiados africanos (o del 17% o del 33%, los números son los únicos que pueden decir la verdad mintiendo). Un mes es la temporada dura del monzón, también lo que dura el Tour de Francia. Nueve meses dura convertir dos células en un consumidor. Un euro al mes es lo que otro número dice que mucha gente dispone para el milagro de los panes y los peces. La primavera está encerrada en tres meses. Un mes tarda el amor verdadero en convertirse en amor falso; un mes son las noches que aguanta el cuerpo sin una caricia.
Ayer, Fernando me dijo que el libro estaba en la imprenta, que tardaría un mes en salir.
No sé cómo contar el tiempo.







viernes

La primera ecografía

Hace poco tiempo unos amigos acudieron a su primera ecografía. Era curioso porque a ella la conozco desde bastantes años y, no sólo nunca había deseado tener niños, sino que tenía muy claro que jamás los tendría. Lo tenía demasiado claro.
Quitando los vaivenes de la vida, recuerdo que, cenando, me contaba el proceso mientras bebía cerveza sin alcohol. Estaba emocionada. Le habían puesto un gel en la tripa y habían pasado una especie de aparato que mostraba el niño en una pantalla. Casi podía verlos a los dos, ella tumbada en una camilla y él agarrándola de la mano. Les pregunté por el sexo del bebé y me dijeron que casi con toda seguridad fuese niña. Explicaron que si se les ve el pene, obviamente son niños, pero si no se les ve puede que sean niñas o que lo tengan escondido o todavía no se haya desarrollado del todo.
La cena fue perfecta, acabamos con todos los platos.
Ayer estuve con Fernando, en su casa. Me dio la portada del libro, estaba sacada por impresora, la había pegado con celo y colocado sobre otro libro para que viese el impacto que iba a causar. Estaba algo descolorida e impresa con las bandas típicas del modo de ahorrar tinta. Mi fotografía es de esas con pose, con cara de interesante (la podéis ver, es la misma foto que hay en el perfil del blog). Me la hizo una amiga, Macarena Cortés, en su terraza una tarde de verano. Cogí la portada, la leí, la giré, la coloqué a varias distancias, la puse entre otros libros, pero, por más vueltas que le di, tampoco le pude ver el sexo.

Y, a diferencia de mis amigos, eso me asustó.





Ecografía del universo


domingo

PORTADA


Hola a todos. No sé siquiera cómo empezar... Bueno, mi nombre es Mario de los Santos y en marzo, al menos eso dice Fernando, el editor, saldrá mi tercer libro: "Cuando tu rostro era niebla".
Sale en Onagro Ediciones, una editorial de Zaragoza no muy grande pero con una trayectoria muy larga: quince años sacando libros a la calle.
Mientras preparábamos este libro, Fernando, que acaba de introducirse en el mundo de Internet, me propuso la idea de hacer un blog publicitario del libro. En un principio únicamente se trataba de tener un espacio donde mostrar la portada del libro y poco más, pero dándole vueltas al asunto, pensamos que sería interesante hacer un blog donde pudiésemos contar las viviencias del libro durante su primer año. Donde hubiese entradas contando cómo lo sentíamos, las alegrías, el trabajo y las desilusiones... Hacer un bosquejo de lo que significa editar un libro en una editorial pequeña pero honesta.
Y eso vamos a hacer...
Periódicamente entraremos tanto él como yo para ir contando cómo transcurre el primer año en la vida de un libro (no nos engañemos, en la mayor parte de los casos es el único año).
En mi caso ya es el tercer libro, el segundo con Fernando. Antes su editorial se llamaba Zócalo pero tuvo que cambiarse el nombre porque estaba registrado y ahora se llama Onagro. El primer libro que sacamos juntos se llamó "Al final de la cebada" y fue una experiencia muy bonita. Como casi siempre que no se cuenta con muchos apoyos publicitarios, sacamos el libro adelante con muchas presentaciones y ferias. Pero no nos quejamos, finalmente se vendieron dos ediciones, y por eso volvemos a la guerra.
El primer paso ha sido buscarle una portada. Para ello hemos tirado de amigos, y el que más tenía a mano era a Óscar Sanmartín. Óscar es ilustrador, director de arte, dibujante, intrusista profesional y cualquier cosa que le permita hacer un garabato en un papel. Él ha diseñado esta portada que esperamos que os guste (o no, que tampoco pasa nada).