miércoles

Plataforma Wilkins Kaputt



A tomar por saco. La plataforma Wilkins se ha soltado de la Antártida. Y eso que dijeron que sucedería dentro de treinta años o así.

Esa plataforma es un enorme trozo de hielo, más o menos como Asturias de grande, que estaba adherido a la zona continental de la Antártica. Hace un año se descubrieron unas grietas en la zona de unión. Se calculó que tardaría unos treinta años más o menos en soltarse.

Aquí os dejo un video de la ruptura. Comienza en el segundo 46 o así... (Esto es para probar, Carmen, muchas gracias






Y, chicos, chicas, ya está fuera.
Eso, a pesar que el primo de Rajoy, físico él, diga que esto del calentamiento global es un camelo.
Pues nada, oye, que vaya Cola Loca y lo embotelle. Materia prima gratis.


La aceleración de este proceso de ruptura rompe los modelos con los que trabajaban los científicos y se acerca al modelo de la teoría de Gaia propuesta por James Lovelock y Lynn Marguilis. El modelo matemático de esta teoría dice que estamos mucho más cerca del punto de no-retorno ecológico de lo que dicen los modelos más conservadores que manejan los científicos que cobran de los gobiernos. Si no lo hemos sobrepasado ya.

Básicamente, compara la Tierra con un organismo vivo. Y compara la actuación del hombre con la de un virus. Y cuando un virus entra en un cuerpo receptor pueden darse tres opciones: que los anticuerpos del receptor cuerpo acaben con el virus, que el virus y el cuerpo encuentren un equilibrio mediante algún tipo de relación simbiótica, o que el virus acabe con el receptor.

Mola el futuro que nos deja este sistema económico, ¿verdad? En paro y sin parques para pasar los lunes al sol.

viernes

Perro Mordedor



He hablado poco de este libro. La verdad es que soy poco hablador de mis libros, pero de éste debería hacerlo porque me ha tratado muy bien.
Fue una maravilla recibir el premio, cenar con el jurado, hacer todo eso en el marco de una feria como la feria del libro aragonés de Monzón. Además, ha recibido buenas críticas por ahí...
En fin, que le debo esta entrada, permitidme el autobombo.
(Pero qué leches, si el blog nació con esa intención... En fin. )

Bueno, primero os coloco un link a una entrevista y una reseña que me hizo la encantadora Cristina, de La Biblioteca Imaginaria (tenéis el enlace a la derecha, para cuando se os acaben las ideas para comprar libros de esos tan caros...).

Reseña, Entrevista

La perra que sale en la fotografía de la entrevista se llama Duna, y ahora pesa unos 30 kilos. Hace un trío junto a Kira y Tolo. Todos pesos pesados. Prometo más fotos de ellos.

miércoles

Libros caros




He visitado un poquito el blog de Carmen Santos. Suele tener entradas bien atrayentes, recubiertas de esa especie de polvo mágico con el que siempre escribe y camufla todo. He seguido un link a un artículo del País que habla de la crisis y los libros.
(Por cierto Carmen, o alguien porfa, me tiene que explicar como subir esos videos de Youtube tan chulos o esas cancioncitas...)

Ha sido interesante. Además de leer a Herralde diciendo que la crisis no llegará al sector de libro, sin explicar que muchos del sector vivimos en una crisis permanente, me he asomado a la mejor parte: los comentarios de la gente.

Y allí, por unanimidad, el grito era: los libros son caros.
No sé qué decir.

Imagino que como lector, escritor y editor, sufro el mundo del libro por muchas vertientes, y lo último que diría es que el libro, actualmente, es caro en España. Mejor dicho, lo último que diría es que la literatura es cara actualmente en España.

Para ello, se me ocurren varias argumentaciones, pero la mejor es la más ajena a las letras: los números.

En 1994, hace quince años, yo salía de marcha por zona céntrica, con cena y bebercio, y me salía la cosa por unas 1200 pesetas. Así al redondeo, 7,25 euros. En 2009, salgo sólo de cena, de bocadillo y caña, y pago 9 euros (y en un bar de Delicias). La noche completa, con bebercio barato, sin salir de mi barrio, me sale por 22 euros.

Redondeando, 3 veces más.

Compraba un coche utilitario medio, Opel Vectra, y costaba un millón y medio de pesetas, 9.000 euros. Ahora un Vectra no baja de 18.000 euros: tres millones de pesetas. Y tiro por lo bajo.
Dos veces más de precio.

¿Hablamos de los pisos? No, mejor lo dejamos.

En 1994 yo iba a comprar un libro y si era de la colección Reno de Plaza-Janés me costaba 900 pesetas (5,42 euros), si era de tapa dura me costaba 2.000 pesetas (12 euros) y, si era de bolsillo, aquellas maravillosas 575 pesetas (3.46 euros). Ahora compro un libro de Murakami de nivel medio (equivalente a la colección Reno en calidad) y me cuesta 8,50 euros, compro uno de bolsillo y me cuesta 5,75 euros, y me pillo en ganador del Azorín, de Planeta, en tapa dura, y me cuesta 22 euros.

Pago pues 1,5 veces más en el caso de la colección Reno, 1,66 veces más si es de bolsillo y 1,8 veces más si me pillo el de tapa dura.

¿Los libros son caros y no los compramos por eso?

Y eso que he hablado de libros superventas. Ya no hablo si vamos a autores de editoriales independientes, con mucha más calidad y mucho menos precio. (Abro momento promocional) En Tropo Editores, nuestra colección estrella, 2ºAsalto, todavía no sube de 15 euros (Cierro momento promocional).

Pero bueno. Son caros, sí.

Claro, los bares y los restaurantes están siempre vacíos.

Igual la gente deberíamos hacer una pequeña reflexión, ver nuestra escala de prioridades, y decidir, según estos números, que tenemos unas dos veces menos interés en la cultura de lo que teníamos hace quince años.

Lo que quiere decir que somos el doble de estúpidos que en 1994.

(Vaya, con los números… Aún pregunta alguno para qué servían los quebrados… Para hablar de literatura)

domingo

Cita del lunes



"La manera inteligente de mantener a la gente pasiva y obediente es limitar el espectro de lo que se considera opinión aceptable, pero permitir debates encarnizados dentro de ese espectro"
Noam Chomsky

jueves

Más miedos







Me entero esta mañana, por la radio, de un estudio de una academia de astrónomos yanqui de que una pequeña tormenta de energía proveniente del sol podría acabar con lo satélites que tenemos ahí fuera y que controlan los GPS, las comunicaciones, la televisión, la Internet, los misiles…

Me meto en Wikipedia. Y oye, lo ratifica.

En 1859 La Tierra sufrió la mayor tormenta solar de la historia. La aurora boreal del sur llegó hasta los trópicos y, en aquel momento, hundió todos los sistemas de telégrafos. El fallo de estos provocó numerosos incendios. Una tormenta de estas características destruiría la mayor parte de las comunicaciones actuales, siendo necesarios entre 30 y 50 años para restablecerlas.

¿Nos imaginamos ahora mismo sin televisión por cable? ¿Tirando del teléfono fijo de nuevo? (En caso de que las líneas queden operativas). ¿Sin electricidad? Ya que también afecta a los transformadores…

Con lo inofensivo que parece el julio, en la playa, allí arriba, dándonos colorcito para molar más al regresar al curro, y lo cabrón que se puede llegar a poner el lorenzo.

Bueno, según el estudio este, no hay que preocuparse mucho porque la frecuencia de estas tormentas solares es de unos 500 años. Así que hasta el 2359, estamos a salvo.

Eso sí, ojito, no le cabreemos.

martes

El día que la música murió











Richie Valens



La noche del dos de febrero de 1959 terminaba la actuación de la gira Winter Dance Party en Clarke Lake, estado de Iowa. El espectáculo giraba por el medio oeste norteamericano a un buen puñado de estrellas de Rock´n´roll.
Esa noche, tenían que viajar hasta Fargo, Dakota del norte.











Big Booper Richardson

Los productores, como el autobús no tenía calefacción, decidieron alquilar un avión para las dos principales estrellas del show: Buddy Holly y Big Booper Richardson. Dice la leyenda que, como había sitio para una persona más, se jugaron la plaza entre varios músicos más y la ganó Richie Valens.









Buddy Holly


Ya en el 3 de febrero, un poco pasada la medianoche, en medio de una tormenta de nieve, la avioneta se estrellaba a pocos kilómetros del aeropuerto de salida.
Morían los tres músicos y el piloto.
Años más tarde, Don MacLean, en su famosa canción American Pie, denominó a ese momento el día que la música murió.


Buff, menos mal que no fue así.